jueves, 12 de julio de 2007

QUE SE CAIGA

No soy un televidente fiel, salvo algún acontecimiento deportivo importante, paso por alto la TV. Y mis pocas experiencias de la semana sólo contribuyen a la convicción de no perderme gran cosa.
La semana pasada, por primera vez en este año, vi CQC. Había leido (y opinado) en el blog de Fabregat acerca de la condición de clásico que le permitía a la producción del programa escudarse de críticas por la falta de ideas nuevas.
Si alguna vez la estética de 4K y el desenfado de cronistas y conductores marcó un quiebre en la relación con el público, hoy esa productora aparece carente de gracia, falta de reflejos y apostando por fórmulas agotadas para defender su quintita.
Lo de las cucarachas hace rato que superó la línea de lo impresentable, las referencias al peso de Carmen Barbieri o Susana Giménez apestan y los reporteros/movileros (sin el tridente Malnatti/Tognetti/Kusnetzoff) hace rato que no sorprenden.
Como si esto fuera poco, Pergolini se da el lujo de atacar constantemente a Tinelli por la carencia de creatividad (entiendo lo de sur pero no lo de ideas dijo alguna vez refiriéndose a la productora de su enemigo mediático). La actitud de Mario obliga a preguntarse cuáles fueron las innovaciones que hizo. A simple vista no hay nada nuevo bajo el sol. Y entonces, además de lamentar la actualidad de un programa que quizás no debió volver nunca al aire, está claro que la actitud super cool y marketinera de Pergolini y sus secuaces (con el lamebotas insoportable de De la Puente a la cabeza) ya no rinde como antaño.
Casi que disfruté cuando me enteré que una de las emisiones del ciclo fue levantada para privilegiar el reencuentro de dos ex integrantes de Gran Hermano. Bajarle el ego de un piedrazo de ese calibre es un placer que pocos han logrado. A mi me hubiera gustado desempeñar ese rol.
Lo malo del asunto radica en los rumores que indican la
compra de FM Rock and Pop por parte de Mario. La única radio más o menos decente (aunque en decadencia desde hace tiempo) corre el mismo riesgo: pura palabrería y discurso egocéntrico, nada innovador ni creativo. Sólo excusas de ocasión y actitudes cancheras.

No hay comentarios: