La primavera llegó en el calendario pero aún no se refleja en la sensación térmica de la ciudad de Córdoba. Quizás por ello, el público que se acercó al Parque Sarmiento en la tarde del domingo para ver el Flotando Reggae no pueda ser calificado como numeroso aunque otorgó un marco aceptable. El día fresco conspiró contra una convocatoria mayor al tratarse de un escenario al aire libre.
Cuando la luz natural comenzaba desvanecerse, los Palo y Mano comenzaron su show. El explícito nombre del grupo habla por sí solo. Únicamente instrumentos de percusión y ritmos de estilo tribal acompañados ocasionalmente por las voces de los músicos en interpretaciones corales. Ante sus incondicionales y algunos curiosos, el sexteto de música afrocordobesa se las ingenió para entretener.
Un rato más tarde Kameleba dijo presente sobre las tablas. Los muchachos de Villa Mercedes arrancaron su set al trotecito. Algunos problemas con el sonido le jugaron una mala pasada en el inicio. La voz de Darío Alturria quedaba opacada por los vientos, costaba entender lo que cantaba y la conexión con el público resultaba infructuosa. El constante movimiento de cables y perillas por parte de los encargados de la consola se tradujo, poco a poco, en una necesaria mejoría del aspecto sonoro. Así, la banda pudo presentar las canciones de su disco Sueño que va (un excelente registro dse su luminosa actualidad en claver reggae-roots). Es un excelente registro de su luminosa actualidad en clave reggae-roots. Brillaron las versiones de Nativo, Conciente y Conqueror. En vivo contagian y encienden al público por sus acertadas composiciones en las que las referencias al rastafarismo no son excesivas ni dogmáticas, aceptando otras visiones y evitando posiciones fundamentalistas.
Para el final quedó Indigo. Cultores de un reggae climático, entregaron tres canciones instrumentales sin interactuar con la gente que los observaba antes de ensayar un cover que no fue anunciado desde arriba. El reloj se acercaba a la medianoche y muchos decidieron emprender el regreso a casa. El frío, el viento y el lunes laboral conspiraron contra el auditorio. Un puñado de fieles decidió resistir hasta el último acorde. El grueso de la gente se retiraba sonriente comentando el gran show de Kameleba que parece encaminarse a las ligas mayores del género.
Más allá de valoraciones estéticas resulta indudable que la idea de este tipo de eventos es sumamente interesante. Un espacio al aire libre, con entradas económicas y la posibilidad de ingresar al mini predio sin ningún tipo de requisa previa. Lo que cada uno lleva o consume es problema de uno, siempre y cuando no moleste al resto. Sólo resta que el almanaque y la temperatura sintonicen la misma frecuencia para garantizar una mayor convocatoria.
Más allá de valoraciones estéticas resulta indudable que la idea de este tipo de eventos es sumamente interesante. Un espacio al aire libre, con entradas económicas y la posibilidad de ingresar al mini predio sin ningún tipo de requisa previa. Lo que cada uno lleva o consume es problema de uno, siempre y cuando no moleste al resto. Sólo resta que el almanaque y la temperatura sintonicen la misma frecuencia para garantizar una mayor convocatoria.
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