miércoles, 11 de marzo de 2009

EL ÚLTIMO HÉROE


En un planeta arrasado por circunstancias desconocidas, pequeños grupos de sobrevivientes transitan de un lugar a otro sin rumbo fijo. La subsistencia es el máximo objetivo al que pueden aspirar. Llueve casi siempre y el barro todo lo invade; el agua sólo puede beberse en el aire porque el mínimo contacto con otros elementos la vuelve ponzoñosa y la contaminación es ama y señora del terreno.
En ese contexto, Plop (nombre del personaje que da nombre a la novela) se sobrepone a su destino de muerte temprana, en base a ingenio y capacidad de adaptación. Su grupo tiene algunas reglas estrictas y un sistema de castas en el que resulta difícil escurrirse. Las leyes de Darwin campean aquí, llevadas a su máxima expresión. Con trapos se visten, con pequeños fragmentos de vidrio construyen armas (cuchillos principalmente) para utilizarlos en las frecuentes batallas contra otros grupos humanos y contra gatos monteses que son, a la vez, presas y depredadores.
Una pequeña novela de ciencia ficción escrita por el argentino Rafael Pinedo. Extraña, original y novedosa, está dividida en pequeños capítulos de una o dos páginas que apenas explican algunas pocas reglas de funcionamiento del orden existente en ese mundo terminal y aparentemente caótico.Tanto para su camino ascendente como para su reinado, nuestro personaje no se detiene en cuestiones morales. Casi nadie lo hace. En ese sentido, la obra carece de héroes y cada uno persigue su propia subsistencia. Si para lograr sus mínimos objetivos alguien debe sufrir, Plop no repara en ellos y va dejando un enorme reguero de sangre a su paso.
La obra de Pinedo funciona como una interesante ilustración del ejercicio del poder. El líder se impone en base al terror, forma un pequeño ejército que le otorga seguridad y escala posiciones. Una vez arriba comienza a gestarse el inexorable descenso. Las formas se relajan, Plop se deja llevar por raptos impulsivos y dispone de demasiadas vidas ajenas sin que el grupo que comanda logre mejores condiciones de vida. Aunque percibe errores en su accionar, no modifica su conducta, obstinado en cumplir sus caprichos que tampoco logran satisfacerlo. Así, surge hasta una guerrillera (antigua amistad del jefe supremo) que va diezmando el pelotón y erosionando los cimentos en los que se asienta el poder de Plop. Cuando el líder, borracho, rompe los tabúes a la vista de su pueblo, se acaba su dominio efectivo y llega el final.

En síntesis, páginas atrayentes de ciencia ficción argentina. Alejado de todo lo que uno imagina (y acostumbra a leer) sobre el futuro que Bradbury, Huxley y Orwell supieron cimentar.

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