Desde que el gobierno decidió incorporar a su cruzada nacional y popular a un hombre de bien como Julio Grondona la polémica está instalada en el centro del debate respecto del fútbol argentino y su televización. Entre diarios y revistas, sitios de internet, medios especializados y blogs se ha publicado tal cantidad de material que resulta prácticamente imposible ocuparse de todos ellos porque la vida cotidiana de una persona no se reduce al fútbol únicamente (aunque muchas veces lo pareciera).
En este país donde la actividad se detiene de manera oficial cada vez que Argentina juega un mundial, en este país donde se cometen enormes barbaridades en nombre del folclore y la pasión futbolera, justo acá donde hasta el rock se futbolizó, la transmisión de los partidos de Primera División son una cuestión de estado. En ese marco, el fin del monopolio de TSC (TyC Sports + Grupo Clarín) debería ser un hecho para festejar. Pero el modo en que llegó ese final y sus probables modificaciones no permiten margen para grandes ilusiones.
La intervención del gobierno nacional no obedece a su intención de democratizar el fútbol (el latiguillo más utilizado en las últimas semanas). Por el contrario, se inscribe en la pelea que mantiene con Clarín al que quiere dañar con su escasas fuerzas actuales. Difícilmente se promulgue una nueva ley de radiodifusión bajo este esquema en el que la administración kirchnerista se encuentra debilitada y casi en retirada. Aún así, el oficialismo decidió lastimar a Clarín en un aspecto particularmente importante para el multimedios. Poco importó terminar asociado al símbolo absoluto de la mafia futbolera (me inclino a pensar que hasta Hugo Moyano debe tener una imagen positiva superior a Grondona), a dirigentes corruptos e ineptos y a un modelo de gestión que tiene a los clubes al borde del precipicio. Hasta el momento nada se sabe respecto de exigencias que deban cumplir la AFA y los clubes como contraparte del acuerdo alcanzado con el gobierno.
Tras esta breve puesta en contexto me permito recomendar algunos textos que aclaran algunas cuestiones, hacen foco en determinadas aristas del deporte y del negocio circundante a su alrededor y ensayan algunas proposiciones a tener en cuenta respecto del futuro próximo.
- Eduardo Fabregat hace un excelente análisis, fiel a su estilo, sobre los cambios operados en la manera de consumir fútbol en nuestro país y repasa algunas emociones que no se consiguen frente a la TV y sólo se obtienen en los estadios.
- Unos días antes, Hernán Iglesias Illa, un periodista argentino residente en el extranjero, publicó sus impresiones apenas se disparaba el tema en la agenda de los medios. Más allá de la exposición de sus supuestas ideas geniales (como él mismo las califica), vale la pena acercarse a su perspectiva como tipo consumidor de fútbol desde afuera del país. Hay pros y contras pero sirve para salir de los esquemas más frecuentes al respecto.
- Finalmente, Diarios Sobre Diarios realizó para su sección Zona Dura un informe sobre los escasos periodistas deportivos que se animaron a cuestionar la relación obscena entre la AFA y TSC durante la época de sus relaciones carnales. El texto incluye apreciaciones de los periodistas involucrados junto a varias observaciones acertadas y diversos diagnósticos sobre el escenario que se abre a partir de ahora.
1 comentario:
Muy buena reseña Facu, coincido plenmente. Y disfruté con el link de D.sobreDiarios.
Lo único que me sorpende de algunos de estos periodistas es que, es tanto el odio que tenían contra T&C que festejaron en forma desmedida el fin del contrato, caso Victor Hugo, un tipo que admiro y me sorprendió para mal el nivel de resentimiento y poca claridad (justo él, que la tiene muy clara) en ver la mala manera en que se puso fin al monopolio T&C. En fin, como el caso Cromagnon, son tantas las aristas que tiene el tema, que dá para horas de charla.
Dash
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