(Publicado en Recis)
El ciclo Sonidera Mestiza que se desarrolla en las instalaciones de Casa Babylon tuvo una nueva edición el sábado pasado. Con rock latino en diferentes vertientes y modalidades, el salón del Abasto volvió a llenarse de propuestas estéticas que no suenan en las radios ni acceden a los medios masivos pero concentran buena atención del público cordobés.
En el primer turno Insólito Rey desplegó un acertado combo de rock de guitarras, coqueteos funk, programaciones y acercamientos a la música disco para redondear una muy buena actuación. Dedicaron Escaleras de Las Pelotas a Sokol y cerrarron con Lejos. Hacía bastante tiempo que no me sorprendía con una banda local (aunque reconozco que no son tan nuevos). Se anotaron unos cuantos porotos a favor.
La Vaca Multicolor contó con gente propia y se notó. Desde el inicio nomás, sus seguidores desplegaron una bandera, se acomodaron adelante y agitaron con insistencia. ¿Su música? Combinaron rock, ska, cumbia y ritmos balcánicos en una presentación bastante desprolija pero intensa. Hitono y su mini himno El bichito del dengue se destacaron en un show breve que fue grabado con varias cámaras de sus allegados.A esta altura, entre quienes escuchamos música de Córdoba, aquel que no conoce a La Coca Fernández es un recién llegado o no está interesado. Desde el 2002 a esta parte fueron ganando espacio en la escena local y cuentan con una buena cantidad de seguidores. Arrancaron con Los borrachos y cerraron con Volá pimpoio. Sin material nuevo respecto de sus shows anteriores, sonaron sus ya clásicos Lejos de tu corazón, Otra vez y Vos no sos; nada nuevo salvo un pequeño guiño a Skatalites. Sergio Fernández, su cantante, se mueve por el escenario como si estuviera en su casa: saluda amigos, comenta actividades propias y ajenas; maneja a voluntad los momentos, los climas y el público. Si agregaran algo más de prolijidad su set mejoraría en la parte musical pero no parecen muy dispuestos a modificarla y a gran parte de su gente, en verdad, no les importa demasiado.
Sobre el filo de las 4 AM llegaron los visitantes. Pampa Yakuza vino a Córdoba en el marco de una gira nacional para promocionar su reciente DVD en vivo Naturaleza revivir. Con arranque calcado de ese material (La mañana del mañana, A otra cosa, Tóxico próximo), la banda optó por una actuación corta y efectiva. Poco más de una hora le alcanzó a los Yakuza para demostrar su capacidad a la hora de moverse por estilos diversos con soltura. El reggae Bla bla bla, las guitarras al frente en Sol de los pobres, el ska de Dejarse llevar, los aires de carnavalito que transpira A la raíz bastan como ejemplos.En medio de esa marea sonora, escarbando en el oficio del grupo para maquillar con acierto la prueba de sonido que no existió, aparecen las letras. Porque además de lo estrictamente musical tienen un abundante arsenal de frases y estribillos que rebotan inconcientemente en el cerebro de quien los escucha. Y así tras el retiro de sus integrantes del escenario uno se queda convencido de que "faltan pelotas y sobran palabras", se asombra ante el "preferimos la derrota compartida al triunfo en soledad" (gran metáfora para hablar de una separación amorosa) o festeja el mensaje inclusivo del grito "cada uno de nosotros vale y más vale todavía el que estemos juntos".
Los fans venidos de Buenos Aires (en un micro alquilado para la ocasión) fueron particularmente reconocidos desde arriba, los cordobeses que se quedaron a verlos también obtuvieron su retribución desde los micrófonos. ¿Hubo ganas de un poco más? Puede ser. Sin embargo, es difícil pensar en decepción tras el evento de Casa Babylon; en todo caso habrá que esperar una nueva visita de Pampa Yakuza para dar rienda suelta al carnaval y al desconsuelo, a los ritmos mestizos que combinan dolor y algarabía en una receta que no explotó de manera masiva pero cuya concreción no debiera estar muy lejos. Tienen las canciones necesarias para pegar el gran salto, sólo les resta un poco de difusión.
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