No. No están vestidos de gala. No hay trajes ni fracs, tampoco corbatas, moños o zapatos. Sólo unas remeras, alguna que otra camisa, una musculosa o la camiseta de la selección argentina. Sin embargo, nadie podría dudar de encontrarse frente a una auténtica orquesta, una big band que cuenta con el detalle más importante de todos, aquel del que carecen gran parte de las orquestas por más traje de gala que utilicen como atuendo: onda.
Porque de eso se trata cuando alguien asiste a un show de Dancing Mood. Quince músicos en escena que despliegan su oficio al ensamblar perfectas ejecuciones instrumentales, improvisaciones y solos de elegancia junto a la cuota de agite y disfrute que se necesita para convocar al público tocando temas instrumentales.
¿Importa el orden de las canciones? Este cronista cree que no es un dato imprescindible y cita sin seguir la línea cronológica los clásicos Police woman, Take five, Confucious, The chiken, A night in Tunisia, Perdido, Occupation, Scrapple from the apple entre muchos otros tras dos horas veinte minutos sin interrupciones.
Uno puede ir a verlos solo, acompañado o en grupo. La satisfacción está asegurada incluso antes de entrar al recinto donde transcurrirá el recital. Nunca aburren, nunca cansan, nunca se exceden pese los diez minutos promedio que dura cada tema. El público responde coreando la melodía porque casi no hay palabras para cantar. A Hugo Lobo, señor de los vientos y maestro de ceremonias, le alcanzan unas pocas frases para tener a la gente en el bolsillo. Sin chances de trasladar el espectáculo con orquesta propiamente dicha al interior por cuestiones de infraestructura, el líder de la banda nos consuela con su aceitado seleccionado de músicos que compiten entre sí para ganar los aplausos de la gente. Mientras cada integrante se luce en su instante particular, Lobo los azuza, les habla al oído y los motiva. El resto de sus compañeros y los asistentes observan el espectáculo y festejan cada intervención.
De todos modos, estos actos habituales en las presentaciones de Dancing Mood no debieran confundir al lector. Cada actuación ofrece particularidades y variantes. En la noche del sábado, por ejemplo, fue invitado Fernando Albareda. El ex integrante de Los Fabulosos Cadillacs (que no participa del regreso en el Satánico Pop Tour) se subió en el tercer tema y no se bajó más. Con su incorporación fueron tres trombones que se sumaban a la trompeta, los dos saxos (primera vez aquí sin Sergio Colombo), la armónica y la flauta más el par de teclados, contrabajo, batería, percusión, xilofón (¡!) y la dupla de guitarras. Allí no acabaron las novedades porque también participó un vocalista invitado. Pety, cantante de Riddim, vino especialmente con el grupo desde Buenos Aires. Se hizo cargo de las voces en Suzie Wong (única canción que sonó del ep nuevo que venían a presentar), Enjoy yourself, Chatti chatti y You baby.
En la recta final hubo espacio para jugueteos (Lobo sopla su trompeta y el saxofonista Ruben Mederson pone los dedos en los orificios adecuados), más solos (uno de los guitarristas hace la gran Mollo y toca con la boca, el xilofón vuelve a brillar) y citas fragmentarias de El humahuaqueño, Rocky y Can't take my eyes of you (que popularizara Gloria Gaynor y reviviera un publicidad de cerveza). No hubo bises pero nadie se quedó con ganas. Para el último eslabón del repertorio llega un trencito masivo del público que sirve para redondear el clima de algarabía generalizada que reinó en Captain Blue XL. La salida a la calle nos encuentra con una lluvia que todos aceptamos de manera estoica. La gran fiesta musical del año tiene algunos costos para el espectador: mojarse un poco tras el impresionante show de Dancing Mood no nos cambia el humor más allá de algún insulto aislado que alguno lanza con las primeras gotas.
Porque de eso se trata cuando alguien asiste a un show de Dancing Mood. Quince músicos en escena que despliegan su oficio al ensamblar perfectas ejecuciones instrumentales, improvisaciones y solos de elegancia junto a la cuota de agite y disfrute que se necesita para convocar al público tocando temas instrumentales.
¿Importa el orden de las canciones? Este cronista cree que no es un dato imprescindible y cita sin seguir la línea cronológica los clásicos Police woman, Take five, Confucious, The chiken, A night in Tunisia, Perdido, Occupation, Scrapple from the apple entre muchos otros tras dos horas veinte minutos sin interrupciones.
Uno puede ir a verlos solo, acompañado o en grupo. La satisfacción está asegurada incluso antes de entrar al recinto donde transcurrirá el recital. Nunca aburren, nunca cansan, nunca se exceden pese los diez minutos promedio que dura cada tema. El público responde coreando la melodía porque casi no hay palabras para cantar. A Hugo Lobo, señor de los vientos y maestro de ceremonias, le alcanzan unas pocas frases para tener a la gente en el bolsillo. Sin chances de trasladar el espectáculo con orquesta propiamente dicha al interior por cuestiones de infraestructura, el líder de la banda nos consuela con su aceitado seleccionado de músicos que compiten entre sí para ganar los aplausos de la gente. Mientras cada integrante se luce en su instante particular, Lobo los azuza, les habla al oído y los motiva. El resto de sus compañeros y los asistentes observan el espectáculo y festejan cada intervención.
De todos modos, estos actos habituales en las presentaciones de Dancing Mood no debieran confundir al lector. Cada actuación ofrece particularidades y variantes. En la noche del sábado, por ejemplo, fue invitado Fernando Albareda. El ex integrante de Los Fabulosos Cadillacs (que no participa del regreso en el Satánico Pop Tour) se subió en el tercer tema y no se bajó más. Con su incorporación fueron tres trombones que se sumaban a la trompeta, los dos saxos (primera vez aquí sin Sergio Colombo), la armónica y la flauta más el par de teclados, contrabajo, batería, percusión, xilofón (¡!) y la dupla de guitarras. Allí no acabaron las novedades porque también participó un vocalista invitado. Pety, cantante de Riddim, vino especialmente con el grupo desde Buenos Aires. Se hizo cargo de las voces en Suzie Wong (única canción que sonó del ep nuevo que venían a presentar), Enjoy yourself, Chatti chatti y You baby.
En la recta final hubo espacio para jugueteos (Lobo sopla su trompeta y el saxofonista Ruben Mederson pone los dedos en los orificios adecuados), más solos (uno de los guitarristas hace la gran Mollo y toca con la boca, el xilofón vuelve a brillar) y citas fragmentarias de El humahuaqueño, Rocky y Can't take my eyes of you (que popularizara Gloria Gaynor y reviviera un publicidad de cerveza). No hubo bises pero nadie se quedó con ganas. Para el último eslabón del repertorio llega un trencito masivo del público que sirve para redondear el clima de algarabía generalizada que reinó en Captain Blue XL. La salida a la calle nos encuentra con una lluvia que todos aceptamos de manera estoica. La gran fiesta musical del año tiene algunos costos para el espectador: mojarse un poco tras el impresionante show de Dancing Mood no nos cambia el humor más allá de algún insulto aislado que alguno lanza con las primeras gotas.
3 comentarios:
zarpado como siempre. Y eso que fui al recital de mal humor, llegue tipo 22:30... el lugar con muy poca gente, y una inagotable espera de hora y media en un lugar de mierda como capitan blue xl (es decir, lugar de mierda para estar esperando 1 hora y media...) en donde me taladraron la cabeza y los timpanos con kusturica, para despues taladrarme la cabeza con las bandas soportes a un volumen infernal, para seguir taladrando la cabeza con unza unza time... (no tenia otro puto disco para poner?!?!) por dios! jajajajaja que mal humor! por suerte desaparecio al momento en que dancing mood subio y fue una fiesta como siempre!
en fin, necesitaba descargar mis puteadas internas a los sonidistas de capitan blue....saludos.
Desde las primeras anotaciones hasta esta reseña ya lista y publicada fui dejando algunos datos afuera. Uno de ellos incluía la referencia a Unza unza time y me preguntaba si el sonidista había olvidado el restos de los cds en su casa. Increible que pongan sólo 1 cd y le den play nomás.
A las 10 y media fuiste? Por qué tan temprano? Yo entré 23:40 y me pareció que calculé mal y llegué demasiado antes.
Es cierto que había muy poca gente a esa hora pero desp se puso bastante bien, incluso mejor de lo que esperaba. No tengo nada contra Perro Verde pero están abondados a los eventos de Capt Blue y a mi me aburre tanta guitarra punkie por más vientos que pongan. La Estazion estuvo definitivamente mejor y cada vez más fusión y menos reggae.
No éramos tantos, si viste a uno medio boludo con un dedo vendado y el vaso de cerveza casi como una extensión de su cuerpo, ése era yo.
Saludos
jajajaj.. si, no se porque fui tan temprano! la unica vez que fui a captain blue xl fue a ver skay y empezo bastante puntual el show (no me acuerdo ahora, pero ponele a las 23 hs...).. asique por el lugar pense que tambien este show podria empezar antes de medianoche (muy distinto seria en otro tipo de lugares, como casa babylon).
la cuestion de las bandas soportes es jodida... es cierto que la eztacion estuvo bastante bien, de todas maneras... quizas era el mal humor, la espera, o las ganas de ver a dancing mood y nada mas!
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