NI CABALLERO NI NOBLE
Una imagen improbable hoy.
Hace algunos meses editó Tempestades, su tercera producción desde que abandonó Caballeros de la Quema. Se manifiesta como un responsable padre de familia que le huye a la noche y prefiere quedarse a ver Los Soprano (???). Muy sincero en sus últimas declaraciones de prensa, no ha trasladado esas cualidades a sus canciones. Y no deja de ser llamativo que ahora se refiera al rock y ciertas actitudes de sus ex colegas cuando dice estar fuera de esa escena, cuando sacó los pies del plato.
Por momentos parece que Iván Noble se conforma con una frase (cuasi) ingeniosa para componer su obra. En la primera época de los Caballeros pintaba el barrio como casi nadie, con precisión, ingenio y frescura. Hoy lo que dice suena trillado, previsible y no convence. Y no está mal que prefiera escaparle al modelo de artista de rock conflictuado, rebelde y drogón. Pero debería buscar mejores armas que Olivia (encima fue elegido como corte de difusión).
A veces tengo la sensación que va camino a convertirse en una especie de remake de Alejandro Lerner. Esos tipos que uno sabe que podrían hacer las cosas un poco mejor y con mayor dignidad pero están demasiado cómodos en su pequeña quintita, en su burbuja.
Se convenció a sí mismo que es un capo en los juegos de palabras y parece no advertir el peligro que encierra esa creencia. En el ambiente rocker no está bien visto: nunca se le perdonó su affaire con Natalia Oreiro, sus participaciones televisivas y su inserción en la farándula local. Además, su alto perfil y cierta actitud de estrella intelectual que por momentos cae en la soberbia, parecen ser sus características más difundidas.
Se animó a actuar en TV (en la olvidable tira 099 Central) y en cine (con el prestigioso Raúl Perrone) y dijo un par de frases escandalosas por TV (el del cancer para los represores en Sábado Bus fue una de los más memorables).
Por ahora no necesita un revival quemero pero no parece descabellado pensar como posible y probable un retorno en los próximos años. Si lograra escaparle a su pose de estrellita (parece que su paternidad lo hizo bajar momentáneamente del pedestal) y no se quedara con el cascarón farandulero en el que está inmerso podría merecer una chance. Pero lamentablemente, hasta el momento, no ha dado señales de cambios. Hoy toca en el Teatro Real por si alguien quiere verlo.
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