Primero fue Cuentos decapitados (2000), le siguió Cuadros dentros de cuadros (2002) y más tarde El número imperfecto (2004). Las denominaciones raras son una marca registrada de Catupecu Machu para sus discos. El nombre mismo de la banda es extraño y funcionó como un excelente gancho para ser recordados con facilidad.
Para su nueva producción discográfica que planean lanzar a la brevedad han elegido nada menos que Laberintos entre aristas y dialectos. Al tratarse de un disco doble, uno de ellos se llamará Tratado de la materia en estudio (obviamente de estudio), y el otro, Registro de la materia en concierto ( no haya dudas que es en vivo). No es cuestión de quedarse cortos con los nombres pretenciosos. Un pequeño detalle parece ser obviado por Fernando Ruiz Diaz y compañía: no alcanza con títulos pomposos si la obra musical no acompaña. Hacia fines de septiembre en todas las disquerías.
Para su nueva producción discográfica que planean lanzar a la brevedad han elegido nada menos que Laberintos entre aristas y dialectos. Al tratarse de un disco doble, uno de ellos se llamará Tratado de la materia en estudio (obviamente de estudio), y el otro, Registro de la materia en concierto ( no haya dudas que es en vivo). No es cuestión de quedarse cortos con los nombres pretenciosos. Un pequeño detalle parece ser obviado por Fernando Ruiz Diaz y compañía: no alcanza con títulos pomposos si la obra musical no acompaña. Hacia fines de septiembre en todas las disquerías.
5 comentarios:
Qué feo canta Ruiz Diaz. De sólo pensar en un dúo entre él y Aldana ma agarra diarrea.
Perdón lo escatológico.
Dash
Pero hasta ahora los títulos pomposos son acompañados por buenas obras, o no?
No en mi opinión. Cuentos decapitados fue aceptable pero a partir de allí perdieron el rumbo.Y me parece que suenan extremadamente pretenciosos. Definitivamente no me gustan, simpatizan ni emocionan. Pero me da la sensación que a vos si te van.
Puede ser que sean pretenciosos, pero -más allá de que gusten o no- veo en eso algo más positivo que negativo, al menos dentro de la escena argentina.
Sí, a mi me van, pero con Gabriel en la banda. Sin él no es Catupecu Machu.
Se puede ver de las dos formas, como algo postivio el hecho de pretender ir por más (siempre es bueno tener ambiciones) pero también se corre el riesgo de caer en la arrogancia.
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