UN GRAN PASO ADELANTE
En la misma noche que actuaba Bersuit, Eduardo Shmidt debutaba como solista y Palo Pandolfo tocaba en un boliche, cuatro agrupaciones cordobesas asumieron un riesgo y se embarcaron en la organización del 360 Rock. Más allá de valoraciones estéticas y gustos personales se debe rescatar la apuesta de los productores. Eligieron el mejor lugar de la plaza en cuanto a sonido e infraestructura y confirmaron que se puede hacer rock desde Córdoba sin apelar a grupos de de afuera para convocar al público local.
Abrió la jornada Taquepela a puro ska rock. Son muy jóvenes (en promedio no deben llegar a los 20 años) y vienen haciendo ruido desde hace tiempo. Contaron con el apoyo de una muy buena cantidad de seguidores luciendo remeras del grupo. Se postulan como un proyecto muy interesante de cara al futuro.
Apenas quince minutos después, La Traktora se paraba en la Sala del Rey dispuestos a brindar su show ska punk. Aunque califiquen su música como power ska, el lado punk aflora a cada momento con las ventajas y desventajas que ese estilo trae aparejados. Regalaron al público aerosoles de espuma loca, arengaron de manera casi constante y hasta pidieron un pogo sin música al público que les hizo caso. Contaron con invitados de Roko y los Bastarddos y nombraron a muchas bandas de la escena local que se encontraban entre la gente.
En cada intervalo aumentaba la cantida de público que se paseaba por la feria de discos y remeras y comentaba sobre las pantallas que decoraban las paredes del recinto. A decir verdad, ni los grupos ni la gente están familiarizados con estas opciones y, en consecuencia, no se los aprovechaba en toda su capacidad.La Coca Fernandez pisó las tablas para hacer lo de siempre. Show contundente, energético y desprolijo que contó con algunas canciones nuevas ("para los que dicen que La Coca hace tres años que toca los mismos temas" dijeron desde arriba) y arengas al por mayor. Sergio, el cantante, se bajó hacia el público e hizo sentar a casi todos para el pogo en la canción Plegaria de mi tierra, tal como ya es costumbre. Su público respondió, tal como es su costumbre.
Finalmente llegó el turno de Juan Terrenal. Con alguna merma en la gente, los muchachos salieron decididos a arrollar y lo consiguieron. Puede gustar o no su estilo (un híbrido de rock, pop, grunge y dark) pero es innegable su justeza instrumental y su prolijidad escénica. Tienen muchísimo ensayos y recitales encima y se nota. No casualmente cerraron el festival, no casualmente fueron los que mejor aprovecharon las pantallas laterales. Vuelvo a cero marcó el cierre definitivo con agradecimientos a la gente que se quedó hasta el final y a todos los involucrados en la organización.
Pulgar arriba para los organizadores, para las bandas y para el público que acompañó la apuesta. Tantas veces se escucha a músicos quejarse de la escasa concurrencia de la gente, tantas veces se cuestiona a ciertos grupos de afuera con más chapa y menor vuelo artístico. El viernes el rock local apostó en serio, ofreció un espectáculo digno y mostró que el trabajo a pulmón no es sinónimo de condiciones defectuosas para tocar y hacerse escuchar.
Actualización 18/06: la misma reseña se encuentra publicada en el portal Recis, ingresando a la sección bandas y luego a crónicas.
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