NTVG-EL CAMINO MÁS LARGO

A su repertorio habitual que transita por el rock canción, riffs certeros, melodías cautivantes y arreglos precisos; NTVG le añade en El camino más largo, su nuevo registro de estudio, algunas dosis de ska, toques de tango y hasta bolero bajo un mar de programaciones electrónicas que le agregan capas de textura a su música de pura tracción a sangre. Los vientos vuelven a brillar, el teclado gana en protagonismo y Emiliano Brancciari adopta un registro más rockero a la hora de cantar.
¿Cómo explicar entonces un disco que desde lo estético musical no admite reproches de ningún tipo y sin embargo sólo debiera ser tomado como una meseta en la ascendente carrera de los uruguayos? El asunto presenta diferentes matices. Como atenuante se debe registrar la salida de Mateo Moreno y Pablo Abdalá (bajo y batería, miembros originales y columna vertebral del grupo), quienes abandonaron la banda tras la edición de Todo es tan inflamable, el registro inmediatamente anterior. Resulta lógico entonces que aquellas partidas dejen secuelas en el presente de NTVG más allá de sus alejamientos en buenos términos.
Curiosamente, el aspecto sonoro no encuentra cuestionamientos serios. ¿Entonces? Uno de los atributos más sólidos de los uruguayos defecciona en esta oportunidad. Las letras de Brancciari vuelven a tocar tópicos recurrentes en sus composiciones: la muerte, los desencuentros amorosos, viejos rencores, dardos a la clase política. No obstante, cuesta encontrar un par de frases memorables de esas que tan a menudo suele encadenar el vocalista. Allí se encuentra el déficit más notorio del álbum. Hasta podríamos encontrar la primera canción de relleno en toda la obra de los charrúas con Navegar, un tema que parece algo intrascendente.
El decadente Cucho Parisi (en el explosivo ska de Esta plaga) y Elena Prieto (la voz femenina que sorprende en Que sean dos) son los invitados más destacados a la hora de cantar. Con menor suerte se anotan Alejandro Sokol en la apertura y Roberto Musso en la energética Mirarte a los ojos. No están mal pero sus participaciones están lejos de ser indispensables. En vivo pocos los recordarán.
Si El camino más largo perteneciera a otro grupo difícilmente recibiría la calificación de aceptable que sobrevuela sobre el álbum. Sucede que NTVG acostumbró entregar piezas notables casi en serie, y entonces la aparición de una placa que no produce esa sensación de inmediato (alcanza la primer escucha) genera cierta desazón porque los himnos instantáneos no dicen presente de entrada. Sin dudas hay temas que serán coreados en sus shows (Que sean dos, Niño) y un puñado de buenas canciones como Sólo tu boca (en ritmo de bolero donde se reconstruye un desamor sin caer en la cursilería), Como si estuviera o Tu nombre. La lista parece pequeña en comparación con los antecedentes de la agrupación uruguaya y dejan inevitablemente cierto gusto a poco.
Habrá que aguardar los movimientos de una banda habituada a surcar el terreno a paso firme. La meseta actual es una etapa de transición hacia nuevos horizontes. El tiempo dirá hacia donde se despliegan los senderos de un grupo que supo capear el temporal con un disco muy digno aunque no tenga destino de clásico.

hits: El camino, Niño, Mirarte a los ojos.
la frase: "No sabes que importarte es para mí Que me mires a los ojos. Yo los veo y ya se lo que sentís aunque estén un poco rojos" (Mirarte a los ojos, amor con toxinas incluidas)
tapa: extraña y difusa.