lunes, 12 de octubre de 2009

INOCENCIA PERDIDA


"El gran tema de Nick Hornby ha sido siempre la adolescencia perpetua que aflije a tantos hombres, o quizás a todos, como afirman algunas mujeres. Ahora ha escrito una novela sobre verdaderos adolescentes... y es conmovedora, irónica, divertida, como todo lo que él hace". El extracto corresponde a un crítico inglés y se encuentra en la contratapa de Todo por una chica, la nueva novela del escritor británico que encabeza mi top five de autores destacados.
Chico conoce chica, se enamoran y comienzan los enredos. La temática está muy lejos de ser novedosa. Es uno de los grandes clásicos de la literatura de ayer, hoy y, seguramente, del futuro también. Incluso ha sido uno de las excusas perfectas que ha utilizado Hornby para construir sus novelas. ¿Cuál es la gran novedad en este caso? Fundamentalmente la edad del protagonista. Sam es un adolescente de 16 años cuyo pequeño microcosmos se desvanece a jirones sin que pueda evitarlo. Su madre tiene 32 años (apenas un par más que Beckham y Jennifer Aniston, como ella misma se encarga de señalar), su padre es un auténtico cero a la izquierda; Sam es la esperanza familiar para no tropezar con el primer obstáculo que aparezca en el camino e ingresar a la universidad. Por supuesto, nada resultará sencillo: los tropiezos, caídas y resbalones forman gran parte del nudo argumental que sostiene a Todo por una chica.
Probablemente el libro no logre un lugar privilegiado dentro de la magnífica obra del escritor (no es fácil ganarse un lugar con la trilogía conformada por Alta fidelidad, Fibre en las gradas y Un gran chico) pero, en todo caso, ese potencial rezago no debiera prestarse a malos entendidos. ¿Por qué? Porque la trama está construida con verosimilitud: las escenas se cargan de dramatismo, los personajes resultan creíbles y la ironía sutil sobrevuela cada página. Entonces, los capítulos son devorados con velocidad y el relato avanza a pasos agigantados.
Uno de los grandes méritos de la novela consiste en reconstruir acertadamente la atmósfera de la adolescencia. Esa etapa en la que uno puede cuestionar con acierto la vida familiar y las posiciones de los padres además de proyectar un futuro sinuoso y expectante que se empecina en demorarse más de la cuenta. Allí aparecen actos propios del mundo adulto, errores de cálculo vitales, embarazos, miedos y conductas infantiles que desembocan en una obra alocada y tierna que termina siendo absolutamente disfrutable.

Bonus track: la visión del blog Metropolis Libros.

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