(Publicado en Recis)
El Quilmes Rock Córdoba ha logrado su objetivo de máxima: instalarse en el calendario rockero de la ciudad como un evento recurrente para fines de septiembre o principios de octubre. En su cuarta edición consecutiva no logra todavía ubicarse en un lugar específico (pasó por Juniors, el Chateau y ahora probó en el Orfeo) aunque asegura la llegada de unos cuantos artistas de peso que no pasan desapercibidos.
DIA 1Con puntualidad inglesa la noche del viernes tuvo a Muñeca Plana y Los Cocineros como créditos locales y a Los Cafres como representante reggae. Sobre el filo de las 21 horas, Ratones Paranoicos pisó el escenario. A su formación estable le incorporaron tres vientos, un teclado y armónica. El set list se detuvo en buena parte de sus infaltables hits (La nave, Para siempre, No llores) más algunas composiciones recientes como Jardín japonés. De todos modos, pese a notarse el ensayo previo y la ajustada performance instrumental, la banda de Juanse no logró encender al público que terminó aburriéndose un poco. Mientras con mis vecinos de butaca nos lanzábamos a una competencia virtual de bostezos, el campo lucía muy calmo. Apenas unos saltos en el comienzo de cada tema y poco más. Sobre el final con Rock del gato y Cowboy levantaron algo más la temperatura y se fueron aplaudidos.
La actuación de Los Fabulosos Cadillacs terminó resultando la más atractiva y memorable del festival. Con 25 temas y dos horas reloj en su haber, LFC se ganó el primer puesto en el podio gracias a su catarata de clásicos y su impresionante despliegue escénico que acompañaron de un sonido contundente y demoledor. Pocas variantes respecto de su anterior visita en el marco del Satánico Pop Tour: incluyeron El sonido joven de América (cuya reversión aparecerá en el inminente El arte de la elegancia) y modificaron bastante el orden de las canciones. De cualquier manera, este tramo actual los encuentra definitivamente más sueltos y relajados. Flavio se enmascaró como luchador mexicano y paseó en skate durante Padre nuestro, Vicentico bromeó con el público y se burló de sus compañeros, Rotman agitó a todo el que se cruzó en su camino. Hugo Lobo, el auténtico señor de los vientos que está como invitado permanente de la gira cadillac, brilló en Calaveras y diablitos y el resto acompañó con mesura. Se percibe buena onda grupal, los tipos disfrutan arriba del escenario y lo transmiten al público. Redondearon una performance que repartió las cuotas justas de profesionalismo y espontaneidad.
DÍA 2
La jornada del sábado prometía mayor convocatoria desde la tarde. Tras La Madre del Borrego y Los Cocineros, llegaba el primer número fuerte: No Te Va Gustar suele sacarle provecho a los festivales y esta ocasión no fue la excepción. Adaptan el repertorio al tiempo estipulado y coronan grandes shows en formatos comprimidos. El camino más largo y Rata funcionaron como apertura. Emiliano Brancciari estuvo más efusivo que de costumbre y terminó sumando un plus extra al interactuar con la gente. Reprochó que la actividad nocturna finalizara a las 5 de la mañana (la noche anterior estuvo dando vueltas por la ciudad) y deslizó un Soy cordobés para que el público se lanzara a cantar el tema compuesto por Rodrigo. No sería el único guiño de la noche porque entre sus canciones colaron fragmentos de Divididos, Redondos y Abuelos de la Nada; dedicaron Tan lejos a Mercedes Sosa y sobre el final de su participación cantaron parte de Capitán América antes de ceder paso justamente a Las Pelotas. Dentro de un nivel muy alto sobresalieron la emotiva Clara y la épica Tenés que saltar. Otro brillante paso de los uruguayos por Córdoba, fieles a su costumbre.
Desde que Alejandro Sokol tomo distancia, Las Pelotas carga con una pesada mochila sobre sus espaldas. La ausencia del carismático vocalista no puede borrarse de un plumazo y, hasta el momento, ni la disposición en el escenario ni las cambiantes listas de temas han logrado diluir esa falta. La banda sigue sonando impecable en vivo y cuenta con un arsenal nada despreciable de canciones grabadas en el imaginario popular; la incidencia cada vez mayor del tecladista Sebastián Schachtel le otorga una variedad de climas y sensaciones refrescantes pero sigue siendo palpable en el aire que el Bocha ya no está.
En la noche sabatina repasaron gran parte de su último disco antes de entregarse a la nostalgia de sus viejos himnos. Los temas nuevos distan de ser malos pero no golpean como antes, les falta ese peso específico que sus composiciones garantizaban. En favor del grupo debe señalarse que esa debacle comenzó antes de la salida de Sokol aunque el histrionismo de éste alcanzaba para matizar aquellas carencias. Tocaron algunas gemas como No me acompañes o Escaleras y cerraron con Sin hilo (dedicada "para un hermano que está en el cielo"). Por ahora cumplen con su cometido pero no pueden espantar definitivamente el fantasma ausente.
Un rato antes de la medianoche La Vela Puerca pisó las tablas para cerrar el evento. Tuvieron inconvenientes con el sonido durante todo su set sin encontrarle la vuelta a los desperfectos. En consecuencia, el recital tuvo las dosis de intensidad y desenfreno que los caracterizan sin el acompañamiento sonoro adecuado y el show terminó siendo un tanto desprolijo.
Paralelamente, algunos de sus temas empiezan a pedir recambio a la hora de verlos en directo. Todavía no están agotados ni mucho menos pero quien los haya visto en actuaciones anteriores sabe de antemano que el primer trecho incluye Por la ciudad, Doble filo, De atar y Por dentro casi en continuado. Y ese conocimiento previo le quita sorpresa y oxígeno a las actuaciones puercas. Más allá de estas consideraciones, es innegable el romance que mantienen con el público y resulta inapropiado desmerecer el poderío de canciones como Va a escampar, Clones y Para no verme más. Si le sumamos perlas masivas como El viejo, Zafar, Llenos de magia o la recuperada Vuelan palos, en notable versión acústica; alcanza para explicar el enorme poder de convocatoria de los orientales. Se guardaron para el cierre José sabía: en formato fogón intimista con el cantante Alejandro Balbis (uno de sus compositores) como invitado se llegó al final que todos esperaban.
DÍA 2
La jornada del sábado prometía mayor convocatoria desde la tarde. Tras La Madre del Borrego y Los Cocineros, llegaba el primer número fuerte: No Te Va Gustar suele sacarle provecho a los festivales y esta ocasión no fue la excepción. Adaptan el repertorio al tiempo estipulado y coronan grandes shows en formatos comprimidos. El camino más largo y Rata funcionaron como apertura. Emiliano Brancciari estuvo más efusivo que de costumbre y terminó sumando un plus extra al interactuar con la gente. Reprochó que la actividad nocturna finalizara a las 5 de la mañana (la noche anterior estuvo dando vueltas por la ciudad) y deslizó un Soy cordobés para que el público se lanzara a cantar el tema compuesto por Rodrigo. No sería el único guiño de la noche porque entre sus canciones colaron fragmentos de Divididos, Redondos y Abuelos de la Nada; dedicaron Tan lejos a Mercedes Sosa y sobre el final de su participación cantaron parte de Capitán América antes de ceder paso justamente a Las Pelotas. Dentro de un nivel muy alto sobresalieron la emotiva Clara y la épica Tenés que saltar. Otro brillante paso de los uruguayos por Córdoba, fieles a su costumbre.
Desde que Alejandro Sokol tomo distancia, Las Pelotas carga con una pesada mochila sobre sus espaldas. La ausencia del carismático vocalista no puede borrarse de un plumazo y, hasta el momento, ni la disposición en el escenario ni las cambiantes listas de temas han logrado diluir esa falta. La banda sigue sonando impecable en vivo y cuenta con un arsenal nada despreciable de canciones grabadas en el imaginario popular; la incidencia cada vez mayor del tecladista Sebastián Schachtel le otorga una variedad de climas y sensaciones refrescantes pero sigue siendo palpable en el aire que el Bocha ya no está.
En la noche sabatina repasaron gran parte de su último disco antes de entregarse a la nostalgia de sus viejos himnos. Los temas nuevos distan de ser malos pero no golpean como antes, les falta ese peso específico que sus composiciones garantizaban. En favor del grupo debe señalarse que esa debacle comenzó antes de la salida de Sokol aunque el histrionismo de éste alcanzaba para matizar aquellas carencias. Tocaron algunas gemas como No me acompañes o Escaleras y cerraron con Sin hilo (dedicada "para un hermano que está en el cielo"). Por ahora cumplen con su cometido pero no pueden espantar definitivamente el fantasma ausente.
Un rato antes de la medianoche La Vela Puerca pisó las tablas para cerrar el evento. Tuvieron inconvenientes con el sonido durante todo su set sin encontrarle la vuelta a los desperfectos. En consecuencia, el recital tuvo las dosis de intensidad y desenfreno que los caracterizan sin el acompañamiento sonoro adecuado y el show terminó siendo un tanto desprolijo.
Paralelamente, algunos de sus temas empiezan a pedir recambio a la hora de verlos en directo. Todavía no están agotados ni mucho menos pero quien los haya visto en actuaciones anteriores sabe de antemano que el primer trecho incluye Por la ciudad, Doble filo, De atar y Por dentro casi en continuado. Y ese conocimiento previo le quita sorpresa y oxígeno a las actuaciones puercas. Más allá de estas consideraciones, es innegable el romance que mantienen con el público y resulta inapropiado desmerecer el poderío de canciones como Va a escampar, Clones y Para no verme más. Si le sumamos perlas masivas como El viejo, Zafar, Llenos de magia o la recuperada Vuelan palos, en notable versión acústica; alcanza para explicar el enorme poder de convocatoria de los orientales. Se guardaron para el cierre José sabía: en formato fogón intimista con el cantante Alejandro Balbis (uno de sus compositores) como invitado se llegó al final que todos esperaban.
3 comentarios:
Ahora que leo esto, recuerdo haber tenido la impresión, tras haber visto varios de sus recitales, que los muchachos de La Vela son unos de los peores "armadores de lista" que he oído en mi vida. Cuando presentaron "A contraluz" (disco jodido y oscuro que representaba una vuelta de volante bastante marcada con respecto a sus álbumes anteriores) en la Vieja Usina metieron como cuatro canciones del disco a mitad de recital y armaron un clima ciertamente bajoneante. Hubiera estado bueno mecharlo con esos viejos temas agite que, al igual que vos describís acá, aquella vez también aparecieron juntitos al principio del show.
Recuerdo que para la presentación de ese disco (o era El impulso) nos encontramos en la Vieja Usina. En aquella oportunidad no me pareció mal ese comienzo porque justamente era un volantazo importante el que habían dado y una buena forma de entrarle al público desde el vamos era con esos mismos temas que hicieron en el Orfeo. Hoy ya está masticado el disco y podrían variar el orden de los temas, me parece.
Sí, era "El impulso", me equivoqué. "A contraluz" era el anterior.
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