viernes, 23 de octubre de 2009

PROFUNDIDADES


El año pasado se editó, por primera vez en castellano, La jungla polaca. El libro de Ryszard Kapuscinski, verdadero maestro de la crónica periodística, no contaba hasta el momento con traducción a español y la editorial Anagrama decidió poner fin a esa pequeña injusticia.
Los textos reunidos en este volumen permiten acercarse a la Polonia profunda, aquella que emerge con mayor nitidez al alejarse de su capital, Varsovia. Dueño de una calidad narrativa notable y de una impresionante economía de palabras (a sus artículos no les sobra ni siquiera una coma), el autor se va sumergiendo en los pequeños poblados y caseríos para retratar un país que inicia la reconstrucción tras la segunda guerra mundial.
"Kapuscinski encuentra a sus héroes entre los habitantes de aldeas de mala muerte, entre personas de profesio­nes poco corrientes y aquellas cuyas vidas –también poco corrientes– están marcadas por la complejidad de la época en la que les ha tocado vivir" aseguraba una crítica de 1962, año en el que se publicó originalmente.
De los 22 artículos incluidos en el volumen, vale la pena prestar especial atención a Ejercicios de memoria en las que el cronista reconstruye su primera infancia como desplazado por la gran guerra, con la pobreza y el hambre como pesadas mochilas en un país demolido. Otros relatos atrapantes son El rapto de Elzbieta y El tieso: en el primero se lanza contra la iglesia al contar como la protagonista del título ha dejado de lado a sus padres para abrazar la vida religiosa, en el segundo narra las peripecias de un extraño cortejo fúnebre que traslada un muerto a pie rumbo a su pueblo originario para devolverlo a su familia. He leído algunas reseñas que sugieren cierta influencia del comunismo en los textos (por aquella época en el poder de Polonia) pero no la percibí en primeria instancia.
Aquí se ha comentado la imprescindible Ébano (sus escritos en África) y se mencionó la salida de Encuentro con el otro, pero su obra periodística es muy amplia y no tiene desperdicios. De hecho, he comprado gran parte de sus libros (todos editados por Anagrama a precios no tan accesibles) y siempre me hago un lugar en la economía para seguir ampliando mi biblioteca. Su prosa garantiza la inversión por anticipado.

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