lunes, 22 de marzo de 2010

SAPO DE OTRO POZO


Aunque me gustaría tener una imagen más benevolente sobre mi rol periodístico debo admitir que me sobra ingenuidad. Es viernes por la noche y llega a la ciudad Eduardo Schmidt, ex líder de Arbol, en plan solista y con reciente debut discográfico. El lugar es atípico para quien escribe aunque genera ciertas sospechas. Pero la curiosidad se impone y gestiono la acreditación correspondiente por el canal adecuado.
Unplugged es un pub que suele programar shows en vivo con cierta frecuencia en la zona del Cerro de las Rosas. La cita está fijada para las 23:30 y recién me acerco al recinto una hora más tarde. En un patio exterior que da a la calle hay unas quince mesas en las que se amucha gente a la que no le pediría ni la hora. Adentro, en el salón propiamente dicho, todas las mesas y sillas están ocupadas. Los mozos corren, literalmente, para hacer frente a la andanada de pedidos que surgen desde todos los rincones.
En el ingreso un pibe que alcanza los dos metros de estatura se encarga de avisar que esa noche se cobra entrada porque más tarde "toca Arbol" (sic). Cuando llega mi turno en la breve fila le indico que estoy acreditado y me pregunta el nombre. Si no soy el único que va a cubrir el show pega en el palo: no revisa ninguna lista y me abre el paso. Le consulto por detalles del evento y me informa que serán siete temas y dos bises con un grupo local (presumiblemente llamado Juan Malthus) como invitado.

Mis peores pronósticos se van concretando. Nadie está en Unplugged por el recital. La mayoría es habitué, casi todos se conocen entre sí. El show de Edu Schmidt es apenas un accidente ocasional en la previa hacia otro destino como salida central de la noche. Soy el único que carga con una mochila (no volví al departamento tras mi salida del trabajo) y no tengo un lugar para sentarme. Además me queda una larga hora por delante según lo que me informaron en la puerta. Luego de una breve observación decido birlarle la mesa al encargado del local que está haciendo sociales pocos metros más adelante. Lo hago sin escrúpulos, a cara de perro aunque el tipo haya dejado los puchos a la vista.
Muy cerca de mi ubicación está un pibe con una remera de Karamelo Santo. Le pregunto si vino al show como forma de encontar algún aliado. Efectivamente está por el recital pero quiere irse porque no le gusta el ambiente ni la demora, está tratando de convencer al grandote de la entrada para que le devuelva su dinero. Unos minutos más tarde se retira victorioso y mi soledad se torna aún más evidente.
Un rato más tarde aparece Edu Schmidt sobre el escenario. En realidad, referirse a escenario en esas condiciones es un eufemismo porque está a la misma altura que el público, de espaldas a la calle. No sé si tiene una tarima y tampoco me preocupo en averiguarlo. Adentro la gente de las mesas ni siquiera presta atención a los músicos. Es probable que para una porción mayoritaria de los presentes la actuación del solista sea incluso una molestia y prefieran que siga sonando el último cd de U2. Sigo en la mesa externa porque adentro no hay lugar y puedo observar de costado lo que suceda en el interior. La situación no amerita perder mi puesto estratégico que copé en bambalinas.
Apenas media hora después decido que no vale la pena continuar allí. El show está lejos de ser meritorio, Schmidt no alcanza a conectar con los escasos seguidores de su set y recurre a Chica anoréxica para llamar la atención del público. Sus intentos resultan tan estériles como mi presencia allí. Puedo pecar de prejuicioso pero me parece que el solista, sus músicos y quien aquí escribe no teníamos nada que hacer en ese lugar. Convencido de mi diagnóstico abandono el pub sin aguardar el desenlace de la historia.

5 comentarios:

PIPE dijo...

He visto hacer eso en algun pub de Rio Cuarto, pareciera que contratan a los grupos como musica funcional. No se, pero estando en el lugar me parece falta de respeto no darle bola al que toca, si no me gusta me voy.

Dash dijo...

Creo que hubo alguien que se sintió peor que vos: Schmidt
Quizás esté necesitado de promoción, o quizás solo pagar la luz y el gas y no le queda otra.
Como bien dijiste, incómodo para todos, incluso para los snobs del bolichín.

Facundo Miño dijo...

Tal cual. Mientras lo veía ponerle garra y tratar de remontar me preguntaba quién decidió traerlo a un lugar como ese. Hay cuestiones de esta índole que me cuesta entender.

Petra von Feuer dijo...

Ufff, casi se puede palpar tu incomodidad y la de él. Una pena, en todo sentido.

Adrian Andina dijo...

Lamentablemente creo que los músicos deberían "ver" donde tocar, quiero creer que algo parecido le pasó a "La Mancha" en Carreras, por decir un lugar del orto... No solamente "vender" el show.
Y no creo que hable bien de Edu el no poder llamar la atención o en caso contrario abstraerse y dejar fuir su arte por donde sea...
Me encantó la crónica