lunes, 16 de agosto de 2010

OTRO RUGIDO

(Publicado en Recis!)

Vencer el frío se vuelve una actividad destinada al fracaso. Es viernes por la noche y salir a ver bandas requiere de voluntad y ganas de combatir la sensación térmica que seguro está unos grados por debajo del cero. El acceso a info privilegiada me permite saber que la atracción principal de la noche tocará tarde, cerca de las tres de la mañana. Tras una reparadora siesta nocturna, pasada ya la medianoche, mi cuerpo se dirige a la Ciudad Universitaria. Si en las zonas urbanizadas ya se siente el fresco, en ese sector descampado el viento es amo y señor. No obstante, un público bastante numeroso se acerca al Comedor Universitario para escuchar reggae. Si tenemos en cuenta que la publicidad y difusión del evento no tuvo mucho espacio en los canales habituales habría que asegurar que la convocatoria fue exitosa más allá de no llenar las instalaciones del recinto.
Tras la participación de Fullness (a quienes todavía no pude ver en vivo), llega el turno de Shadda I Roots. Practicantes del roots más ortodoxo, con algunos segmentos de raggamuffin y frecuentes referencias al rastafarismo, entretuvieron a la gente durante poco más de cuarenta minutos. En cada presentación adquieren mayor oficio, más experiencia y eso comienza notarse. La versatilidad vocal de Emanuel Bravo le agrega un plus a destacar: puede ser melodioso o brutal según lo necesiten las canciones. Parecen estar consolidando su propuesta.
El grupo siguiente fue Makanaki. Se trata, probablemente, de la banda que más creció en la escena cordobesa durante el último año. Los covers de Marley de sus primeras actuaciones perdieron espacio y fueron reemplazados por composiciones propias y temas ajenos menos obvios. Encargados del ciclo Ganjah Roots Fest (que garantiza reggae todos los jueves del año en Club R), han ganado visibilidad y parecen avanzar a pasos agigantados. No les pesó la cantidad de público y se mostraron sueltos. Pese a no contar con vientos pusieron a bailar a la mayoría con una propuesta más ecléctica que las de sus predecesores.
La llegada de Kameleba al escenario ocurrió en el horario previsto. ¿Qué se puede decir de ellos que no se haya escrito aquí todavía? No mucho sin ser reiterativos. A punto de cumplir una década como banda, les alcanza el oficio para superar inconvenientes sonoros y sacar adelante cualquier show. En la noche del viernes pusieron en juego esa experiencia y sonaron más que aceptables aún a pesar de las deficiencias del Comedor Universitario (a esta altura ya de carácter estructural).
La lista de canciones se concentró fundamentalmente en Vibra sound, el último disco, que está bastante más afianzado en el público. Maldita herencia, el corte de difusión, tuvo alta rotación (lo cantan hasta mis viejos) y termina coreado por todos. Los temas más viejos van sufriendo mutaciones como para no aburrir y cada tanto aparecen algunas novedades como un cover nuevo o algún rescate emotivo (Baila y salta por ejemplo). Otra vez el saldo es muy positivo, otra vez dejan conformes a todos, otra vez el león del interior ruge fuerte más allá de las circunstancias de turno.

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