Los uruguayos Abuela Coca visitaron la ciudad de Córdoba y aprovecharon para dejar su sello en Casa Babylon. Ante escasos concurrentes dieron un show vibrante basado en su agudo sentido del ritmo y en el oficio para ponerle el pecho a algunos leves problemas de sonido.Por alguna extraña razón (no tanto en realidad porque la experiencia Karamelo Santo surtió efecto) estoy llegando absolutamente temprano a los recitales que se llevan a cabo en Casa Babylon. Por alguna razón aún más extraña anoche los grupos invitados previos al show de Abuela Coca no me aburrieron en ningún momento. Desde que salí de la burbuja, allá por los 15 años, (cuando estaba convencido que el underground lo era todo y me esforzaba por no prestar atención a ningún grupo mainstream) he visto infinidad de bandas soporte, teloneras e invitadas. En muchas ocasiones me aburrían soberanamente. Anoche fue la excepción.
Auricular arrancó su set con un cuasi reggae al estilo Niña de Tilcara (el de Intoxicados) pero fue mutando hacia un estilo muy cercano al dub. Con el paso de las canciones se revelaría que el tema incial era una rareza de su repertorio y nada más.Formación de guitarra, charango, bajo y batería. Era la primera presentación en vivo de la formación. Si es necesario ponerle un rótulo diré rock latino aunque por momentos la distorsión de la guitarra sature el aire. Contaban con amigos haciendo el aguante y se fueron aplaudidos.
Mi seguda sorpresa vino de manos de
La Pata de la Tuerta. Las dos anteriores experiencias con esta banda fueron particularmente negativas . No me habían gustado nada y no había podido entender el sentido de su show. A riesgo de equivocarme diré que lo de ellos pasa fundamentalmente por una pasión por lo deforme. Amantes de lo bizarro empezaron arengando y pidiendo bailar cumbia mientras tocaban un bolero y tiraban pequeñas dosis de ritmos electrónicos. Posteriormente pasaron a la cumbia propiamente dicha, también con aportes electrónicos y los vientos bien al frente. Muchas ganas y diversión desde arriba contagiaron a los presentes. Ceraron con una versión ska-balcánica (bien al estilo Kusturica) de
Los puentes de Avignon. Y como la gente pidió bises, volvieron para tocar
Si usas corbata, sos careta, una cumbia bien villera con letra desopilante.
Pasadas las 4 de la mañana, horario habitual en Casa Babylon para las agrupaciones que cierran la noche,
Abuela Coca subió al escenario. Los uruguayos cuentan con un gran oficio para superar obstáculos de cualquier tipo, sonido incluido. Y además de oficio ponen ganas, pasión, diversión, compromiso y muy buen sentido del ritmo. La conjugación de esos elementos permiten tener cierta
satisfacción garantizada. Dudo seriamente que alguien se haya ido disconforme del Abasto por el show de los charrúas.
Antes de comenzar su hora y media exacta de presentación, por algunas ranuras del telón pudimos ver la arenga y el abrazo de todos los integrantes antes de arrancar. Poco les importó la escasez de público. Salieron a entregar todo, divertirnos y divertirse. Y lo lograron. El set se apoyó en los dos últimos discos,
El ritmo del barrio y
El cuarto de la Abuela, con breves anclajes en las viejas épocas. Por lejos el más festejado fue
Santa Soledad aunque tambíen recibieron pequeñas ovaciones
Mambrú y
San Felipe y Santiago.Dos características distintivas de sus presentaciones en vivo:
1)
democracia participativa: Son 9 monos arriba del escenario y cada uno tiene su momento estelar donde lucirse. Además 3 cantantes, se intercalan a lo largo del set para hacerse cargo de las voces. Si bien el moreno Brown funciona como frontman, sabe correrse a segundo plano para las correctas intervenciones del guitarrista Alfredo Chole Gianotti y del trombonista Martín Morón.
2)
ritmo: pocas veces puede apreciarse tanto sentido del ritmo en un grupo. Hasta las estatuas de los costados parecían moverse por momentos. Algo de salsa, bastante ska, poquito de reggae y una buena dosis de hip hop. Parece un abanico amplio (lo es). Sin embargo, no suenan fuera de lugar o descolgados. La comunión de todos esos estilos en un mismo show alcanza cierta armonía contagiosa que sugiere saltar por momentos, bailar por otros y gritar en algunos más.
El único detalle negativo es la brevedad de su show. Algunos se quedaron con ganas de más canciones. Aunque si tenemos en cuenta que el cierre se hizo sobre el filo las 5:30 AM parecía razonable finalizar allí.
Nadie sale enloquecido de sus recitales pero tampoco hay quejas. Cumplen siempre. Y, en estos días de bandas infladas, no es poco.
1 comentario:
Hola, Facu. Gracias por linkearme a tu blog. Saludos, Sergio.
Publicar un comentario