Podría escribir otra pequeña crónica sobre los incidentes tras la manifestación de hoy en los alrededores de la librería aunque mi percepción estuvo disminuida. En esta ocasión la valla policial estaba ubicada a unos 20 ó 25 metros de mi lugar de trabajo. Hubo un pequeño anticipo cuando cuatro muchachos más bien grandes (ni cerca de los pendejos provocadores de la vez anterior) le tiraron unas cuantas bombas y piedras a la policía.
Una vez concluida la marcha, cuando la mayoría se desconcentraba, otros 15 muchachos volvieron a la galería para aprovechar la distracción policial y avanzar varios metros en su idea de llegar a la Legislatura. Estuvieron cerca y hasta lograron un repliegue de la cana merced a la inutilidad de aquella: nos tuvieron cercados unos 15 días en los que no hubo ninguna marcha y el día de la manifestación los agarran desprevenidos.
Una vez concluida la marcha, cuando la mayoría se desconcentraba, otros 15 muchachos volvieron a la galería para aprovechar la distracción policial y avanzar varios metros en su idea de llegar a la Legislatura. Estuvieron cerca y hasta lograron un repliegue de la cana merced a la inutilidad de aquella: nos tuvieron cercados unos 15 días en los que no hubo ninguna marcha y el día de la manifestación los agarran desprevenidos.
Con cierto grado de preparación (los morteros y el balde con bombas de estruendo disponibles demuestran que no había espontaneidad en sus actos), los encapuchados se las arreglaron para generar inseguridad y desafiar abiertamente la supuesta autoridad policial. En ningún caso las piedras parecieron dirigidas a los comercios pero tampoco había una manifiesta intención de cuidarlos. Poco a poco parece que nos tendremos que acostumbrar a trabajar en la zona de conflicto. Por supuesto que algunos vidrios se hicieron añicos y entonces hay nuevos integrantes en la línea de negocios perjudicados.
No deja de sorprenderme la manera elegida por los muchachos para tirar de todo y con todo. Apenas cubiertos sus rostros (ni siquiera en todos los casos); pertrechados con bombas, morteros y hondas, junto a unos cajones de envases vacíos de gaseosa y cerveza (municiones casi de regalo que encontraron en el camino), tomaron prestadas las mesas del bar (como lo muestra la foto que ilustra este post fue publicada en el diario La Voz del Interior) para hacer barricadas y se mantuvieron firmes hasta que quisieron irse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario