UN TOQUE CLÁSICO Y LETAL

Pasaron ocho años desde la primera presentación de la Vela Puerca como banda estelar de la velada (aunque no muchos lo recuerden su debut en Córdoba se produjo como invitados de Todos Tus Muertos cuando Fidel Nadal todavía era el cantante principal) y los años transcurridos se hacen sentir. En aquella mitificada presencia en el Instituto Goethe habría como mucho un centenar de personas, la policía ni siquiera estaba avisada del evento y la barra de bebidas brillaba por su ausencia (nosotros llevamos la bebida desde afuera en una mochila). Los uruguayos traían un disco humilde, rebosante de frescura que tocaron en su totalidad al punto de recurrir a "berretines" de agrupaciones españolas como Eskorbuto y La Polla Records porque se habían acabado sus canciones propias.
Luego de peregrinar por otros escenarios de la ciudad (9.90 Arte Club, CC General Paz, Palm Beach), La Vela ha tomado a la Vieja Usina como su base de operaciones en Córdoba para reencontrarse año a año con el público local.
La del sábado no era una visita más: en agosto de 2007 presentaron El impulso ante un público numeroso que recibió con cierta frialdad la nueva placa. Las dudas sobre su convocatoria se despejaron durante la venta anticipada de tickets que cubrió con creces las entradas con descuento especial. De cualquier modo, para evitar aquella experiencia, los orientales se despacharon con un repertorio basado en canciones no tan nuevas con abundantes referencias a De bichos y flores, su disco del 2001 que le dio visibilidad en nuestro país. Así, luego del arranque suenan Mañana, El ojo moro, El huracán y Gente. "Buenas noches y gracias por estar acá", saluda Sebastián Teseyra desde el escenario y parece que vendrá alguna del disco nuevo pero no. Recién en el noveno lugar de la lista figura Clones y pasará un rato largo hasta que Frágil convoque a cantar a los seguidores de su etapa más reciente.
Mientras tanto, el show intenso y efectivo de la banda es apoyado por un juego de 5 pantallas rectangulares de impecable calidad visual (elogiado por todos los presentes) que funciona como telón de fondo y se complementa con un interesante juego de luces que realza la actuación de los muchachos puercos.
La segunda mitad del show de 2 horas y quince minutos de duración se basó, fundamentalmente, en los temas de A Contraluz y contó con el fervor del público que acompañó en voces casi todo el tiempo. El Enano no lució su boina característica (en parte se agotó de la asociación que tenía con su gorro), habló algunas pocas frases en los momentos adecuados y exigió más de lo aconsejable su voz pese al sonido aceptable que reinó en el recinto. La gran sorpresa de la noche ocurrió cuando los uruguayos volvieron a tocar Vuelan palos, tras años de dejarla fuera de sus interpretaciones en territorio cordobés. Fue una versión acotada pero alcanzó para que la gente comenzara sentirse totalmente satisfecha y disfrutara definitivamente del recital.
En el segmento final fueron sucediéndose los clásicos Caldo precoz, Mi semilla y Zafar, coreada hasta por los pibes de la barra de bebidas. Para los bises faltaban Potosí, El viejo (otro de los que hacen podio en el acompañamiento vocal de los asistentes) y El profeta.
Caras sonrientes a la salida se reflejaban en el público que va desalojando la Usina aunque parece más evidente en los más grandes que disfrutaron extra aquellas versiones que parecían desterradas del playlist de La Vela. ¿Faltaron clásicos? Seguro. José sabía (una fija de ayer, de hoy y de siempre), El gavilán (sugerido apenas en la intro de Por la ciudad) y Neutro (de las más nuevas). Sin embargo, nadie ensayó quejas ni se fue decepcionado. El revival de sus himnos más antiguos dejó afuera de la lista las estructuras más complejas y menos amables que reinan en El impulso. Y una enorme mayoría de la gente que los fue a ver salió encantada con la selección de temas que no fue suave ni lenta pero si letal.