Hace un mes y chirolas, se informaba aquí sobre la crítica que Natalia Torres hacía en La Voz del Interior acerca de Death magnetic, el nuevo disco de Metallica. Luego de leer la crítica en Rolling Stone de octubre y de chequear la nota de tapa de Soy Rock del mismo mes (a cargo de Roque Casciero), me decidí a escuchar lo nuevo de Hetfield, Ulrich y compañía.
Mis tiempos de muchacho heavy hace añares quedaron atrás: Load y Reload apenas los escuché de pasadita y casi no recuerdo prestarle algo de atención a St Anger, ese disco tan odiado por los fans. En ese marco, la opiniones aquí expresadas están lejos de la militancia metalera. Son 10 canciones que recuerdan a la época de Master of puppets, cuando Metallica buscaba el trono de la escena pesada. Para ello ostentaba riffs asesinos en serie, machaques de batería criminal, solos de viola mortíferos y un largo etcétera que justifica sus aspiraciones al cetro. Hoy, dos décadas más tarde, algo de razón tiene Natalia Torres cuando asegura que le falta credibilidad al grupo. Y algo similar se puede decir del crítico de RS (un yanqui del que no retuve el nombre) cuando se pregunta cómo harán los cuarentones para mantener el ritmo noche tras noche en la gira de presentación del álbum.
De cualquier modo, los nostálgicos pueden darse una verdadera panzada de speed metal tocado a la máxima velocidad que recién da un respiro con el séptimo track (The unforgiven III). La tercera gran empresa del rock mundial (en el podio lo superan Rolling Stones y U2) volvió con un disco demagógico y absolutamente disfrutable. Veremos si se bancan el operativo retorno a los viejos tiempos y no alegan agotamiento físico y mental.
Mis tiempos de muchacho heavy hace añares quedaron atrás: Load y Reload apenas los escuché de pasadita y casi no recuerdo prestarle algo de atención a St Anger, ese disco tan odiado por los fans. En ese marco, la opiniones aquí expresadas están lejos de la militancia metalera. Son 10 canciones que recuerdan a la época de Master of puppets, cuando Metallica buscaba el trono de la escena pesada. Para ello ostentaba riffs asesinos en serie, machaques de batería criminal, solos de viola mortíferos y un largo etcétera que justifica sus aspiraciones al cetro. Hoy, dos décadas más tarde, algo de razón tiene Natalia Torres cuando asegura que le falta credibilidad al grupo. Y algo similar se puede decir del crítico de RS (un yanqui del que no retuve el nombre) cuando se pregunta cómo harán los cuarentones para mantener el ritmo noche tras noche en la gira de presentación del álbum.
De cualquier modo, los nostálgicos pueden darse una verdadera panzada de speed metal tocado a la máxima velocidad que recién da un respiro con el séptimo track (The unforgiven III). La tercera gran empresa del rock mundial (en el podio lo superan Rolling Stones y U2) volvió con un disco demagógico y absolutamente disfrutable. Veremos si se bancan el operativo retorno a los viejos tiempos y no alegan agotamiento físico y mental.
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2 comentarios:
Hola Facu, concuerdo básciamente con el post. Personalemte le di una chance al disco y está bien... pero no tiene ningún riff magnificente que logre el efecto gancho, un riff con el cual levantar al puño y pedir a Crom por venganza!
(ahhh, otra cosa, me estoy tomando su Fernet).
Los riffs esta´n bien pero ninguno queda grabado en la cabeza del escvucha para luego cantarlo inconcientemente.
haga el favor de devolverme ese elixir negro a la brevedad.
Abrazo
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