viernes, 25 de marzo de 2011

NUEVA ALIANZA


El feriado por el aniversario del golpe militar no ofrece una cartelera de shows abultada. Todo lo contrario, hay que afilar la mirada para encontrar alguno. Entre las excepciones aparece Córdoba Combustión, primer acercamiento entre dos programas radiales que comparten gustos musicales y vida cotidiana aunque salen al aire por emisoras que compiten entre sí. Córdoba Conexión (miércoles de 21 a 01 por 97.5 Siempre Rock) y Combustión Lenta (jueves de 23 a 01 por 95.5 Rock & Pop Córdoba) se juntaron y armaron sobre la marcha un evento destinado a unir fuerzas.
La velada comenzó con la presencia de Weed Sound system, proyecto reciente que se aleja de la escuela más clásica del reggae al contar con Djs y vocalista como únicos integrantes en en el que el cantante improvisa sobre las pistas de audio que tiran su compañeros. De momento, es una escuela que no cuenta con muchos referentes en la Argentina (mucho menos aún en nuestra ciudad) pero su presencia frecuente seguramente traerá mayores niveles de aceptación. La semana pasada abrieron el show de Kameleba y anoche repitieron como apertura.

Akun Maia es un grupo que todavía no había visto en vivo y me dejó una gratísima impresión. Lo suyo es una propuesta básicamente instrumental con formación atípica (bajo, batería, percusión, teclado, guitarra y violín) y una muy buena selección de canciones ajenas para reversionar. Liderados por Leo Tangenti
(músico de La Estazion) en el rol de frontman, derrochan buen gusto y se desmarcan de lo habitual dentro del género. Como ejemplo se puede citar la original relectura de No, no, no (con una muchacha como vocalista invitada). Se fueron aplaudidos, con el reconocimiento que su actuación merecía. Para seguirles el rastro de cerca.
No importa el marco ni la cantidad de público: pueden ser apenas un puñado más que los integrantes de la banda o una multitud enfervorizada. Ellos tocan igual, con las mismas energías y similar entrega. Podría afirmarse, casi sin margen de error, que arman una fiesta allí donde vayan. La propuesta estético-musical de La Pata de la Tuerta puede gustar o no, pero nadie puede cuestionar el nivel de compromiso de los 12 integrantes sobre el escenario. Y abajo también. Porque su performance arranca antes de subirse a las tablas. Con su murga itinerante se mezclan con el público, megáfono e instrumentos en mano.
Luego sí, se acomodan en sus puestos y pisan el acelerador en su habitual viaje a lo inesperado. Como escribí en otra ocasión, la cumbia desquiciada y narcótica que interpretan es un plato difícil de rechazar: motivador (todos los asistentes moviéndose al compás), suculento (casi imposible quedar insatisfecho), delirante (con coreografías que no le temen al ridículo). El arrollador comienzo trae la Cumbia pasajera y Vida feliz. Con eso les alcanza para meterse a la gente en el bolsillo. Funcionan como una cooperativa porque reparten momentos de estrellato y voces en cada canción, aunque los vientos se destacan un poquito más que el resto. Hasta el presentador-animador cumple su rol como agitador todoterreno sin tocar ningún instrumento.
Aunque afuera llueve y está fresco, la banda entra en combustión y buena parte de sus miembros terminarán tocando sin remera mientras piden por espacios con "más música y menos policía, menos prohibiciones". En el tramo final incluyen su himno Mujer policía, la satírica adaptación de Que tal Pascual? y una reivindicación del humo dulce en clave reggae-raggamuffin explosiva mientras le gritan "careta" a los escasos observadores que no acompañan con brazos en alto su prédica. En el regreso a casa, mientras pienso en esta reseña voy festejando esta nueva alianza radial que acaba de nacer porque seguramente habrá más veladas de este tipo para disfrutar.

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